Emmeline Pankhurst (1858-1928) fue una de las líderes sufragistas más importantes de la historia.
Activista británica de la segunda ola del feminismo, fue detenida en multitud de ocasiones, pero gracias a su lucha y a la de otras mujeres, cambió todo para siempre.
En 1928 se consiguió por fin el Sufragio Universal en Gran Bretaña, es decir, se consiguió que todas las mujeres pudieran al fin votar.
Tanto es así, que la revista Time la considera una de las 100 personas más influyentes de ese siglo, y en 2015, la actriz Meryl Streep dió vida a este personaje en la película Sufragistas.

Emmeline nació en 1858 en Manchester, en el seno de una familia de ideas modernas.
Sus padres eran activistas políticos y educaron a Emmeline y a sus hermanos en la lucha por los derechos civiles, tanto de hombres como de mujeres, algo poco común en la época.
De hecho, fueron ellos quienes la introdujeron en el movimiento sufragista que se estaba gestando a finales del siglo XIX en Gran Bretaña.
Emmeline fue a Francia a estudiar y a su vuelta conoció a Richard Marsden Pankhurst, con el que se acabó casando en 1879, y tuvo 5 hijas.
Richard era un abogado muy conocido por ser también defensor de la causa sufragista y de otros movimientos liberales.
Emmeline siempre vivió rodeada de personas defensoras de los derechos femeninos, y su casa terminó convirtiéndose en un centro de reunión de artistas y activistas a favor de distintas causas sociales.
En 1889, Emmeline creó la Women’s Franchise League, Liga de Mujeres que pretendía aglutinar y dar forma al movimiento feminista y pelear por el voto femenino.

“El argumento del cristal roto es el argumento más valioso en la política moderna.”
En 1903, estando ya viuda, fundó junto a varias compañeras la Unión Social y Política de las mujeres.
Fue aquí cuando de verdad explotó la revolución.
Se les empezó a llamar sufragistas y las autoridades comenzaron a verlas como algo peligroso.
Organizaron manifestaciones en las que llegaron a concentrar medio millón de participantes. Protestas con quema de buzones, pintadas, lanzamiento de piedras a escaparates y policía, atentados a la autoridad con bombas incendiarias, huelgas de hambre…

“Nunca he aconsejado la destrucción de la vida, pero de propiedad, sí.”
Sufrieron mucha represión y detenciones, pero todo esto les dió una enorme visibilidad pública, y ayudó a que el movimiento creciera.
Con la Primera Guerra Mundial, se unieron a los esfuerzos del país para ayudar a las tropas y al trabajo que se necesitaba, y el movimiento quedó un poco paralizado.
Pero en cuanto acabó la guerra, en 1918, volvieron a la carga.
2 años más tarde, se aprobó el voto femenino en Estados Unidos, y esto supuso un gran impulso y motivación para el movimiento sufragista de Inglaterra.
Vieron que era posible conseguirlo también en su patria, y Emmeline decidió cruzar el Atlántico para ver de primera mano, cómo era ese nuevo cambio político que se estaba fraguando en Estados Unidos.
Su incansable lucha comenzó a dar frutos: se les otorgó el voto a los hombres mayores de 21 y las mujeres mayores de 30.
Murió en junio de 1928, y un mes más tarde, el gobierno extendió la posibilidad de votar a todas las mujeres, casadas o solteras.

Después de toda una vida de lucha, Emmeline consiguió el objetivo al que había dedicado toda su alma, su tiempo y energía.
Gracias a ella y a otras sufragistas, las mujeres dimos un enorme paso hacia la igualdad.
El sufragio universal en Inglaterra sirvió de ejemplo para muchos países Europeos, que poco a poco se fueron sumando.