Olympe de Gouges (1748 - 1793) fue una precursora del feminismo actual.
En 1789, en plena Revolución Francesa, se proclamó la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano, una supuesta oda a la libertad y la igualdad.
Sin embargo, Olympe de Gouges, observando la precaria situación de las mujeres de su entorno, y su propia experiencia, se dió cuenta de que dicha declaración dejaba olvidada a la mitad del género humano.
¿Eran acaso esos derechos y libertades solo para los hombres?
Muchos “revolucionarios” pensaban que sí.
Olympe no solo no se calló, si no que lideró un movimiento por los derechos de las mujeres.

En 1791 publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía.
En este manifiesto, que seguía el esquema de su predecesor, Olympe exigía con rotundidad un sistema jurídico basado en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Diecisiete artículos en los que proclamaba que la mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos.
Olympe de Gouges es una de las figuras más representativas de la primera ola del feminismo.
Nació como Marie Gouze en Montauban, en el seno de una familia humilde, pero solo conservaría su nombre real para documentos notariales.
Siendo adolescente, fue obligada a casarse en contra de su voluntad con un hombre 10 años mayor que ella que le desagradaba muchísimo. Una experiencia que le marcó.
Cuando su hijo tenía solamente un año, quedó viuda. No fue feliz en su matrimonio, renegaba totalmente de ese vínculo al que calificaba como “tumba del amor”. Nunca más volvió a casarse, y esta mala experiencia le llevó años más tarde a exigir el derecho al divorcio.
Bajo el seudónimo de Olympe de Gouges, escribió varias obras de teatro y montó su propia compañía teatral.
Estudió con una enorme fuerza de voluntad hasta adquirir los conocimientos que se le habían negado. Sin embargo, sufrió la misoginia también en este ámbito, en el que se consideraba que “hacía falta barba en el mentón para escribir una obra dramática”.
Fue homenajeada como una de las mujeres más bonitas de París, y tratada como prostituta en el pequeño diccionario de los grandes hombres.

Muchas de sus reivindicaciones son un claro reflejo de sus propias experiencias personales.
Olympe de Gouges era hija no reconocida del Marqués de Pompignan, hecho que le llevó a reclamar años más tarde que se reconociese el derecho de los hijos nacidos fuera del matrimonio y los centros de acogida para mujeres.
Cuando Olympe de Gouges comenzó a escribir, recibió una carta de su padre en la que le decía:
Los temores del padre no eran más que un reflejo del pensamiento patriarcal de los hombres franceses de la época.
Olympe, al igual que otras contemporáneas como la británica Mary Wollstonecraft, no comprendía por qué la revolución no tenía en cuenta las reivindicaciones femeninas.
Las mujeres llevaban años reclamando su derecho a la educación y al reconocimiento de su papel en el mundo, ¿por qué una revolución que decía defender los derechos de los oprimidos no las escuchaba?
Olympe de Gouge fue una mujer valiente que se involucró activamente en la lucha por la igualdad.
Fue encarcelada en la Bastilla por ser abolicionista y posicionarse en contra de la esclavitud.
Su reclamo de justicia y sus textos feministas y revolucionarios provocaron que la detuvieran en agosto de 1793. Ella reclamó sin ningún éxito un juicio, no pudo evitar un durísimo tribunal revolucionario.
Fue decapitada en la guillotina el 3 de noviembre de 1793, una semana más tarde que la reina María Antonieta.
Olympe de Gouges no encajaba en su época, su lucha por la igualdad escandalizaba y molestaba.
Tras su muerte sus contemporáneos relegaron su obra a un tercer plano y ésta cayó en el olvido.
No fue hasta el siglo XX, tras la Segunda Guerra Mundial, que se reconoció su figura como una de las grandes humanistas de la Francia de finales del siglo XVIII.
En Francia, en los actos del Bicentenario por la Revolución Francesa se rindió por fin homenaje a su obra.
Un reconocimiento justo, pero que llegó muy tarde.